Por otra parte, observemos que tanto las crónicas parapsicológicas como protoparapsicológicas, especialmente las de la metapsíquica francesa y el espiritismo norteamericano, enseñan que en las sesiones de convocatoria de "espíritus", sean reuniones mediumnímicas o sesiones de tablero “ouija”, debe marcarse siempre un “punto de fuga”, sea en forma de un punto hecho a bolígrafo o lápiz, sea, sencillamente, la palabra “adiós” inscripta en una tarjeta.
Según esta teoría, es por ese punto –y sólo por ese
punto– por el cual se retira el ente convocado. Algún lector puede oponer el
argumento de que tal punto es arbitrariamente elegido por el o los operadores
y, en consecuencia, difícilmente coincida con alguna alteración
espacio-temporal que asuma esas características de "agujero negro
mental", pero observemos que el mero hecho de que todos los asistentes
acepten esa convención como "punto de fuga" hace que el mismo, ya
con definición espacial, asuma algo así como la densificación psíquica resultante de las tensiones concentradas sobre el mismo por los participantes.
con definición espacial, asuma algo así como la densificación psíquica resultante de las tensiones concentradas sobre el mismo por los participantes.
Dicho de otra forma: psíquicamente hablando, pensar
en un punto del espacio con la necesaria tensión, en detrimento de cualquier
otro, "curvaría" mentalmente esos planos psíquicos a su alrededor.
A fin de cuentas, el Principio del Mentalismo acepta que las tensiones mentales dirigidas vectorialmente sobre un punto pueden modificar el entorno del mismo.
A fin de cuentas, el Principio del Mentalismo acepta que las tensiones mentales dirigidas vectorialmente sobre un punto pueden modificar el entorno del mismo.
Algo similar ocurre cuando en ciertos rituales
ocultistas, dicho punto es marcado con un cuchillo de plata: las enseñanzas
esotéricas –Eliphas Levi dixit–
señalan que toda punta metálica impide la condensación de “luz astral” y, en tal
plano sutil de
materialización, la función inversa del mismo también se comportaría como un punto de fuga.
Finalmente, y recordando que en numerosas ocasiones hemos insistido en considerar
tales rituales a la luz de aproximaciones racionales, científicas, sí, pero lo suficientemente audaces para reverlas al cristal de las modernas teorías físicas, vale advertir que el empleo de velas negras expresa, simbólicamente, lo que la misma significa para el operador: el punto de condensación de lo thanático (negativo) inmanente al ambiente, el punto por el cual "escapan" las vibraciones perjudiciales presentes en el lugar.
materialización, la función inversa del mismo también se comportaría como un punto de fuga.
Finalmente, y recordando que en numerosas ocasiones hemos insistido en considerar
tales rituales a la luz de aproximaciones racionales, científicas, sí, pero lo suficientemente audaces para reverlas al cristal de las modernas teorías físicas, vale advertir que el empleo de velas negras expresa, simbólicamente, lo que la misma significa para el operador: el punto de condensación de lo thanático (negativo) inmanente al ambiente, el punto por el cual "escapan" las vibraciones perjudiciales presentes en el lugar.
De hecho es, por definición, otro "punto de
fuga". Así como el color negro es en realidad la suma de todos los colores
o, para decirlo más correctamente, la superposición de las frecuencias que
conforman, en el espectro luminoso, todos los colores, energéticamente un
objeto negro tenderá a atraer hacia sí todo tipo de componente negativa
energética y, de hecho, un "paquete de memoria thanático" lo es.
Si a ello sumamos que la vela expresa simbólicamente la idea de punto focal, la densificación psíquica proyectada por el o los operadores incrementa el significante del mismo.
Para terminar, permítaseme señalar que estudiando los aspectos más preocupantes de los errores cometidos en prácticas esotéricas o parapsicológicas, figura como causal significativo la no estipulación de "puntos de fuga"; esto condice con nuestra impresión generalizada de que peor que hacer mal una experiencia (cuyas consecuencias sólo pueden implicar la pérdida de tiempo o la desilusión por los esfuerzos malgastados) es hacerlos bien, pero incompletos: muchas veces se "abren" puertas dejando pasar ciertas "cosas", y luego no se sabe cómo cerrarlas.
Si a ello sumamos que la vela expresa simbólicamente la idea de punto focal, la densificación psíquica proyectada por el o los operadores incrementa el significante del mismo.
Para terminar, permítaseme señalar que estudiando los aspectos más preocupantes de los errores cometidos en prácticas esotéricas o parapsicológicas, figura como causal significativo la no estipulación de "puntos de fuga"; esto condice con nuestra impresión generalizada de que peor que hacer mal una experiencia (cuyas consecuencias sólo pueden implicar la pérdida de tiempo o la desilusión por los esfuerzos malgastados) es hacerlos bien, pero incompletos: muchas veces se "abren" puertas dejando pasar ciertas "cosas", y luego no se sabe cómo cerrarlas.
De allí que recomendemos muy especialmente
establecerlos, preferentemente de común y previo acuerdo, para que actúen algo
así como cloacas
espirituales que eliminen el riesgo de remanencias nefastas,
teniendo en todo momento la tranquilidad de saber que estamos procediendo, por
anacrónico que resulte, con criterio científico; la exposición metodológica y
crítica del Principio de Correspondencia y de la Ley del Mentalismo abonan
lógicamente la presunción de que tal técnica (la de valernos de "puntos de
fuga" marcados gráficamente, con velas, preferentemente con puntas
metálicas o meramente mentales), aunque parezca rondar los límites de la
imaginación desbocada, en realidad es apenas un esbozo de un nuevo orden en un
criterio secuencial de razonamientos que no es fácilmente desarticulable y sí,
por el contrario, caracterizará axiomáticamente en el futuro a nuestra
disciplina.